No creo en ninguna divinidad. No creo en nada superior. No creo en los políticos. A veces creo en las letras de las canciones. No considero siquiera a los extraterrestres. No sé si hay una vida después de la muerte, prefiero no pensarlo. Pienso en la reencarnación dependiendo del día. No sé si creer en los demás. No sé si creo en mí misma.
Y de tiempo en tiempo la muerte me canta una canción de cuna
Y esas noches duermo con su voz susurrante en los oídos
Borrarlo todo
Para luego volverme cenizas y unirme al flujo de las corrientes
Pero amo a alguien y quiero creer en él y quiero creer en lo que tenemos
Esa es mi llama de Pentecostés
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