sábado, 30 de marzo de 2013

Un baile

El escenario estaba listo. Los actores en sus posiciones. La luz cayendo directamente sobre ella. La música estaba por comenzar.

En puntas de pies, ligera como brisa, la bailarina de cuerda danzaba sobre el escenario. Sus movimientos poseían la gracia del cuerpo humano pero sin su condición efímera.

La melodía guiaba sus pasos sin errores ni vacilaciones. La bailarina tenía los ojos cerrados, dejándose llevar  por las notas, cada pequeño salto o vuelta en perfecta concordancia con ellas.

Bailando hasta el fin de los tiempos


Y luego no quedó nadie

Sé que debería sentirme mal pero no puedo. No es nada personal, es sólo una prueba para mi ingenio. Incluso si nadie llega a saberlo, para mí es un gusto tremendo. De a poco, con los más pequeños y sutiles pasos.

Lo primero, el escenario. Lo segundo, los actores. Lo tercero, la iluminación. Lo cuarto y último, la música. No se necesita escenografía alguna.

Porque al final, no quedará nadie.


Una canción

Vi sus labios moverse y las palabras fueron entrando una a una en mi mente. Lo escuchaba y sólo podía reír.  Me preguntó qué era tan gracioso. Yo respondí que una canción.

No pude evitarlo, esa es la verdad. Que la melodía volviese una y otra vez a sonar. 

Colapsó ese deseo?
Fueron suprimidos esos pensamientos?
Fue rota esa esperanza?
Se han encendido esos ojos?
Ha sido esa piel mancillada?
Y luego no quedó nadie?

Lamento haber murmurado tanto que era divertido. Siento incluso mis risitas mal disimuladas.

Pero es que esa sensación...

Tan dulce, tan roja
Tan roja
Y tan dulce!

Sabes que significa algo. Sólo que no sabes qué es. Si lo ves es una pista, un pequeño hilo que habrás de seguir hasta el laberinto.

Escalofríos que recorren mi cuerpo.

Tan roja, tan dulce
Tan dulce
Y tan roja!

No necesito nada más. Esa canción se repetirá en mi cabeza hasta hacerla estallar. Con una risa final