El escenario estaba listo. Los actores en sus posiciones. La luz cayendo directamente sobre ella. La música estaba por comenzar.
En puntas de pies, ligera como brisa, la bailarina de cuerda danzaba sobre el escenario. Sus movimientos poseían la gracia del cuerpo humano pero sin su condición efímera.
La melodía guiaba sus pasos sin errores ni vacilaciones. La bailarina tenía los ojos cerrados, dejándose llevar por las notas, cada pequeño salto o vuelta en perfecta concordancia con ellas.
Bailando hasta el fin de los tiempos
No hay comentarios:
Publicar un comentario